Una novela para jóvenes de 8 a 88 años’. Con ‘Historia de un caracol que descubrió la importancia de la lentitud’, Luis Sepúlveda quiso dar respuesta a una pregunta formulada por su nieto Daniel.

Sólo alguien a quien quiero mucho y me conoce muy bien podría regalarme un libro tan especial como éste en el momento más oportuno.

Luis Sepúlveda es un habitual en la editorial Tusquets: su primera novela publicada fue Un viejo que leía historias de amor y alcanzó el título de ‘clásico vivo’ con Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar.

Un día, en el jardín de su casa, su nieto Daniel, que observaba durante un largo rato a un caracol, le formuló la pregunta: «Abuelo, ¿por qué es tan lento el caracol?». Él no supo responderle entonces, pero le prometió que, en algún momento, no sabía cuándo, le contestaría. Y, qué queréis que os diga: ¿no os parecen una manera y un motivo preciosos para empezar un libro?

Nuestro pequeño y lento protagonista vive en una acacia. Ellos lo llaman el País de los Dientes de León, esas deliciosas flores con las que se alimentan. En su apacible vida, empieza a replantearse cosas: ¿por qué no tiene cada uno de ellos un nombre propio? ¿Por qué son tan lentos? Los mayores del grupo empiezan a cansarse de sus preguntas y le sugieren que se marche si prosigue con esa actitud que les disgusta. Y como no podía dar la espalda a lo que le inquietaba de verdad, decidió abandonar la comodidad en busca de respuestas.

En su búsqueda, se encontrará con otros animales que le ayudarán en su camino: no sólo tendrá un nombre propio y sabrá por qué son tan lentos los de su especie, si no que verá el mundo con otros ojos...

Once capítulos para esta fábula actual en la que, con una literatura sencilla y unas ilustraciones sabiamente naif de Marta R. Gustems, nos demuestra cómo un ser que a primera vista es pequeño y débil, cuando sigue a su instinto y su corazón, es capaz de no achantarse ante el miedo, de replantearse la vida y no dejarse llevar por lo que se supone que debe ser, de no dejarse hundir ante las críticas y encuentra, a su ritmo, lo que realmente busca: a él mismo y lo que está en su interior.

¿No os ha pasado alguna vez que empezáis un libro y no hay manera de que os enganche la historia y, en cambio, un tiempo después, lo devoráis? Ahí es cuando digo que creo que cada libro tiene su momento. Tal vez hace años ni ella me hubiese hecho este regalo ni yo hubiese apreciado la historia. Sin embargo ahora he podido leerlo porque soy nuestro protagonista, ese caracol que miró la vida de otra forma y, además, aprendió a valorar... la importancia de la lentitud.